¿Un ejemplo mundial?: Los radicales esfuerzos por sobrevivir al coronavirus de Nayib Bukele
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Redacción Digital

Vivimos un acontecimiento que será analizado durante los próximos años como uno de los más relevantes del siglo XXI. Al menos, del primer cuarto de centuria. Todavía no ha terminado, seguramente pasen meses, quizás incluso un año o más, dependerá de si se consigue una vacuna pronto. O, sencillamente, si se consigue. Está por ver. Si bien predecir el final del proceso no resulta sencillo, no ocurre lo mismo con las alegaciones de los 'acusados', esto es los mandatarios de los países afectados.

Entre estos mandatarios existen ya dos grupos más o menos definidos, aunque una gran cantidad de regidores todavía no pueden ser definidos. Se trata de los que tienen un alegato más sólido en la primera fase del proceso y, por tanto, mayores posibilidades de conseguir indulgencia en la justicia histórica. Dentro de este grupo podemos encontrar a las regidoras de Finlandia o Nueva Zelanda –Sanna Marin y Jacinda Ardern– o al mandatario portugués –António Costa–, todos ellos actuaron con presteza y cuentan con un balance de contagios y fallecidos que, de no cambiar drásticamente, les permitirá presumir de gestión.

Ciertamente, Bukele jamás será cuestionado por falta de presteza ni contundencia en su enfoque contra el coronavirus, pues ha tomado medidas de gran repercusión, tanto a nivel sanitario como a nivel económico, rozando en ocasiones incluso lo revolucionario. No obstante, El Salvador se convirtió en el primer país de América Latina en cerrar las fronteras a extranjeros el 11 de marzo, aun sin contar con casos registrados en el propio territorio. Y aunque ello no pudo impedir que una semana después se contabilizara el primer contagio, difícilmente se le puede acusar de ello.

De hecho, los datos en la actualidad son relativamente positivos, pues, a 13 de abril, en El Salvador se han registrado 118 casos y 6 muertos, lo que supone una tasa 1,9 casos por cada 100.000 habitantes y una tasa de letalidad del 5 %. Una situación bastante más favorable a la de la mayoría de países de su entorno, aunque América Latina, como el resto de regiones, muestra una situación muy heterogénea.