El vuelo más largo del mundo despegará hoy de Nueva York a Sídney
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Redacción Digital

Será una agotadora trayectoria con la que la australiana Qantas pondrá a prueba los límites físicos y mentales de las personas, tripulantes y pasajeros.

Es el primero de una serie de tres vuelos con los que los investigadores evaluarán el impacto físico y emocional de un maratón aéreo de este calibre, en un momento en el que las aerolíneas apuestan por los viajes de largo recorrido debido a las garantías de eficiencia de combustible.

Incluida la tripulación, solo unas 40 personas —esencialmente empleados de Qantas— viajarán en el Boeing 787-9 que despegará este viernes de Nueva York. Tras sobrevolar América y el Pacífico, se espera que aterrice en Australia el domingo por la mañana.

El número de pasajeros se ha limitado para reducir el peso y permitir que el avión recorra unos 16.000 km sin repostar. Ninguna compañía aérea ha logrado esta hazaña, afirma el director general de Qantas, Alan Joyce, que la define como “la última frontera de la aviación”.

La ruta aérea comercial más larga del mundo hasta ahora cubría el trayecto de Nueva York a Singapur. Fue operado en 2018 por Singapour Airlines y duró 18 horas y media, según la página web de la aerolínea.

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Impacto del desfase horario

A bordo del vuelo de Qantas viajarán investigadores de dos universidades australianas para observar cómo duermen y se alimentan los pasajeros y controlar su nivel de melatonina, “la hormona del sueño”. Los pilotos llevarán un sensor que medirá la actividad cerebral y el estado de alerta.

Como hay 15 horas de diferencia entre las dos ciudades, se analizará asimismo el impacto del desfase horario.

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Preocupación de los sindicatos

La aerolínea australiana probará próximamente un vuelo Londres-Sídney. Luego decidirá si estos viajes de tan larga distancia son viables económicamente.

Los sindicatos están preocupados por la duración de los trayectos y las medidas de seguridad. La Asociación de Pilotos Australianos e Internacionales (AIPA, por sus siglas en inglés) estima que estos vuelos experimentales “sólo proporcionan una cantidad limitada de datos que no reflejan las condiciones de un vuelo real”.

Shane Loney, un directivo de la AIPA, pide un estudio a largo plazo sobre los efectos de este tipo de vuelos en la tripulación. Los pilotos quieren asegurarse de que “tendrán suficiente descanso para un rendimiento óptimo”.

Fuente: Pulzo.com